Durante la historia reciente, y a partir de la Revolución Industrial, el mundo ha experimentado un importante crecimiento económico. Sin embargo, en los últimos años esto ha llevado a que muchos se pregunten si este crecimiento es sano para la economía, el medio ambiente y la sociedad.
Según un informe reciente de la consultora Edelman, solo un 29% de la población confía en las empresas. Cifra que ha sufrido un deterioro significativo durante la pandemia. Foros influyentes como la Business Roundtable (BRT) o el Manifiesto de Davos, reconocen esta crisis de liderazgo y denuncian que el propósito de la empresa no puede ser, únicamente, generar valor para el accionista.
Hoy vemos cómo las principales corporaciones ponen en duda el modelo de capitalismo corporativo imperante y abogan por una nueva visión empresarial. En este sentido, la crisis sanitaria, económica y social derivada de la Covid-19 ha generado la oportunidad de cambiar el paradigma y recuperar la confianza en la empresa por parte de ciudadanos y ciudadanas.
Los conceptos de sustentabilidad, integración y economía circular tienen cada vez mayor relevancia a la hora de analizar el éxito económico de un emprendimiento, y crece la cantidad de compañías que se certifican como “Empresa B” o con triple impacto.
Las certificadas como «Empresa B» se comprometen a mejorar de forma continua y a operar con altos estándares de desempeño y transparencia
Las organizaciones de triple impacto, además de la rentabilidad financiera, tienen como objetivo generar un impacto social en las comunidades y un impacto ambiental, desarrollando prácticas que contribuyan a la mitigación del cambio climático. Hoy en día, más de 10.000 empresas en todo el mundo ya han adoptado este modelo empresarial y, de ellas, más de 4.000 han recibido la certificación B Corp, que verifica de forma independiente el cumplimiento de elevados estándares sociales, ambientales y comunitarios.
La certificación como “Empresa B” o con triple impacto es otorgada por la ONG de origen estadounidense B Lab, y mide los impactos que generan sus acciones en sus grupos y ámbitos de interés: trabajadores, comunidad (proveedores-distribuidores), el medioambiente y el gobierno. Se comprometen a mejorar de forma continua y a operar con altos estándares de desempeño y transparencia. Además, este nuevo tipo de empresa amplía el deber fiduciario de sus accionistas y gestores en sus estatutos, para incorporar intereses no financieros de largo plazo.
El modelo de gestión de triple impacto, es un concepto de éxito corporativo diferente. Se trata de generar riqueza tanto para la empresa como para el entorno. Es un modelo basado en tres conceptos:
- Valor o impacto económico. Se busca la rentabilidad, pero no a cualquier precio. La empresa valora el resultado comercial y cómo se ha llegado a él teniendo en cuenta la gestión, la productividad y el trato a los clientes.
- Mirada o impacto social. Busca el win to win como raíz de todas las intervenciones. Pone la atención en el personal empleado, proveedores y distribuidores, así como en la comunidad en la que actúa la empresa.
- Impacto ambiental. Vela por que los procesos sean amigables con el medioambiente y se impulse el reciclaje; exista un consumo responsable de energía, y un buen tratamiento de residuos. La obtención de recursos no debe comprometer a las generaciones presentes ni las futuras.
No importa el tamaño de la empresa y el tipo de producto o servicio que ofrezca. Todas las organizaciones pueden tener modelos de gestión de triple impacto. Tan solo se necesita la voluntad de los líderes de dar el primer paso. Este nuevo modelo de empresa surge ante la imposibilidad de solucionar los problemas de hoy con la mentalidad de ayer. Ahora hay que dar respuesta a los retos globales y evitar las crisis. Una buena salud social, económica y medioambiental es vital para la propia sostenibilidad de los negocios.